En la tranquera nos despiden por que ya es hora de caminar con el grupo, nada homogeneo, nos perdemos entre la bruma de la niebla que amenaza con no irse y arruinarnos la travesía.
A medida que el viento despeja la niebla el paisaje agreste se devela, las piedras dejan de ser siluetas sin formas y toman su color gris, el sendero rodeado de pastos amarillos se complica un
poco en cada subida, las piedritas sueltas hacen que mas de uno empiece a caminar con mas cuidado, sin dejar de ver ese paisaje de quebradas.
Nos dirigimos al Balcón norte, donde moran esas hermosas aves que parecen volar casi por arte de magia, sin mover las alas planean en el cielo y nos observan entre el hermoso bosque de tabaquillos que atravesamos; la bruma se va y los cóndores aparecen.
Cuando uno llega al Balcón se topa con 800 mtrs de una pared que se pierde en el rió, y ahí están volando disfrutando de ese lugar que es suyo, y nosotros los invasores, solo somos una pequeña parte en esa inmensidad.
Si alguna vez tienen la posibilidad de visitar este parque no se olviden de llevar una mochila vacía por que las experiencias, los amigos y las imagenes se desbordaran de cada uno de ustedes.
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