viernes, 1 de agosto de 2008

Los nuevos vecinos

En el barrio hay nuevos vecinos, ocuparon el el altillo, la parte superior de un vistoso piso de madera de quebracho, tiene luz eléctrica y agua corriente además de todo lo necesario para reconstruir su vivienda que fue destruida por la piedra en una tormenta.
La construcción del techo y las paredes de la vivienda se desarrollaron todos los días, los albañiles con sus herramientas comenzaban su labor muy temprano cuando el sol comenzaba a despertar y se extendia hasta que el atardecer se pintaba en el cielo. Durante ese tiempo las hojas, el pasto, el agua, la tierra, las alas, el canto y los picos se convierten en el protagonista de la construcción. Poeta Lugones lo define así:

La casita del hornero
tiene alcoba y tiene sala.
En la alcoba la hembra instala
Justamente el nido entero.

En la sala muy orondo,
El padre guarda la puerta.
Con su camisa entreabierta
Sobre su buche redondo.

Lleva siempre un poco viejo
Su traje aseado y sencillo,
Que, con tanto hacer ladrillo,
Se le habrá puesto bermejo.

Elige como un artista
El gajo de un sauce añoso,
O en el poste rumoroso
Se vuelve telegrafista.

Allá, si el barro está blando,
Canta su gozo sincero.
Yo quisiera ser hornero
Y hacer mi choza cantando.

Así le sale bien todo,
Y así en su honrado desvelo,
Trabaja mirando al cielo
En el agua de su lodo.

Por fuera, la construcción,
Como una cabeza crece,
Mientras, por dentro parece
Un tosco y buen corazón.

Pues como su casa es centro
De todo amor y destreza,
Lo saca de su cabeza
Y el corazón pone adentro.

La trabaja en paja y barro,
Lindamente la trabaja,
Que en el barro y en la paja
Es arquitecto bizarro.

La casita del hornero
Tiene sala y tiene alcoba.
Y aunque en ella no hay escoba,
Limpia está con todo esmero.

Concluyó el hornero su horno,
Y con el último toque,
Le deja áspero el revoque
Contra el frío y el bochorno.

Ya explora al vuelo el circuito,
Ya, sobre la tierra lisa,
Con tal fuerza y garbo pisa,
Que parece un martillito.

La choza se orea, en tanto,
Esperando a su señora,
Que elegante y avizora,
Llena su humildad de encanto.

Y cuando acaba, jovial,
De arreglarla a su deseo,
Le pone con un gorjeo
Su vajilla de cristal.

Fuente http://www.redargentina.com/Faunayflora/Aves/hornero.asp